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18 de diciembre de 2011

Dos febriles sirenas.



De sueños, sirenas y otras historias.
 
En 1987, en el maravilloso lago de una montaña palentina, nace el amor de dos febriles sirenas.
Dice la leyenda que si dos pequeñas sirenas nacidas en el mismo mes, se juntan un día cualquiera de verano, quedarán prendidas para siempre, permaneciendo hipnotizadas en un romance eterno.
Lo dice la leyenda, y lo dice bien.
Arrancando de un tajo la distancia, ambas dulcineas comienzan una historia, tal vez, quién sabe, quizás, la mayor historia de amor de nuestros tiempos.
El romance se mantiene con bellas cartas de amor y algún que otro paquete bomba, querido lector, quiera usted entenderlo bien.
Un año y 39 días más tarde deciden verse.
Una de las sirenas gana de repente, una mama de manos calientes, un papi barbablanca, un dulce solete y tanta felicidad de golpe, que cada vez que tenían que volver a separarse, se transportaban de nuevo a un maravilloso lago salado, o mejor dicho, y sin querer exagerar; a un mar lágrimas.
Hoy, las sirenas dulcineas, crecen tan lejos y tan cerca la una de la otra, que no conciben sus vidas separadas.
Juntas andan recorriendo caminos, rodeadas de naranjitos, de números cinco, de gatos blancos y negros, de videos escondidos, de retratos de nariz roja y de tantas, tantas palabras que no pueden definir todo esto… que es tan bonito y tan bello, que es la vida contigo, mi dulce sirena.

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