Desventurados los que divisaron a una muchacha en el Metro
y se enamoraron de golpe y la siguieron enloquecidos
y la perdieron para siempre entre la multitud.
Porque ellos serán condenados a vagar sin rumbo por la estaciones
y a llorar con las canciones de amor que los músicos ambulantes entonan en los túneles
Y quizás el amor no es más que eso:
una mujer o un hombre que desciende de un carro en cualquier estación del Metro
y resplandece unos segundos y se pierde en la noche sin nombre...
Texto: Oscar Hahn.
Fotografía: Raúl Gago.
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